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Entrega del Doctorado Honoris Causa al Poeta cubano "Miguel Barnet Lanza" 2015-10-19
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Esa ha sido mi vocación, afirmó, conmovido, el notable poeta e intelectual cubano Miguel Barnet Lanza, al recibir anoche el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Oriente



“En ninguna universidad del mundo mi corazón va a latir tanto con esta medalla en mi pecho como en una universidad maya porque esa ha sido mi vocación, ha sido con los pobres de la tierra, a ellos, a esa gente sin historia, he tratado de rescatar como un simple y modesto resonador de sus voces”, afirmó el notable poeta e intelectual cubano Miguel Barnet Lanza al recibir anoche el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Oriente. “Que el jaguar maya nos acompañe y que los perros mudos que encontraron los colonizadores, depredadores y conquistadores hagan invocaciones y que oigamos sus voces por primera vez, porque no eran ni perros ni mudos, eran hurones, que todos ellos con los jaguares nos acompañen, que la Cultura Maya con su sahumerio esté como inspiración siempre en nuestras vidas”, sostuvo en la solemne ceremonia. “Esta universidad maya que me honra con la medalla y el Honoris Causa me gusta y la recibo con una gran humildad, sobre todo porque los estudiantes son del piso de abajo y ahí me siento cómodo, porque además es una universidad de estudiantes mayas y se habla en la lengua originaria”, apuntó ante el Rector Carlos Bojórquez Urzaiz y el cuerpo directivo. El poeta expresó que es imposible contar la historia de las guerras de independencia de Cuba, de los procesos culturales y políticos de Cuba, sin contar con Mérida, porque “aquí estuvo José Martí en tres ocasiones cuando vino a casarse con Carmen Zayas Bazán y a recolectar fondos para la gran guerra del 95, aquí vivió y escribió Carlos Loveira, autor del Juan Criollo, Rodolfo Menéndez de la Peña y sus descendientes están acá y nuestro amigo, Mario Menéndez Rodríguez. Qué decir de tantos y tantos vínculos profundos y eternos entre Mérida y Cuba y particularmente entre Mérida y La Habana”. Al comenzar su discurso recordó al poeta cuando dijo que bajo un árbol era suficiente para soñar. “Mi sueño tendrá imágenes prodigiosas, soñaré con el Sureste de México que tanto me ha halagado y particularmente con Mérida que me ha entregado este reconocimiento que tanto me honra, no en lo personal, sino a mi Patria, a Cuba, y a los escritores y artistas cubanos”. El también presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba sostuvo que “sobre la gente sin historia se ha escrito muy poco” y recordó a sus maestros Ricardo Pozas y a Fernando Ortiz, a los que dedicó la medalla y la condecoración. “Digo esto porque cuando comencé a estudiar la base de la cultura cubana, a entrar a ese arcano de las religiones de origen africano en Cuba y a especializarme en los sistemas de adivinación de los cultos, me di cuenta que poco se había escrito sobre esas culturas”, anotó. Y detalló que no se dedicó a ello por “una exégesis o hermenéutica, sino por entrar en el alma de esos seres, lo que me enriqueció de tal manera que me convertí en otra persona. Habiendo nacido en la clase media alta en La Habana, me convertí en un adorador de toda esa cultura, de esos saberes y tradiciones, porque me percaté, quizá tarde, que sin esos factores, elementos, no se podía definir lo que se llama la identidad de mi país, de la nación cubana”. “Esa cultura estaba relegada, olvidada, escamoteada y fue Fernando Ortiz quien primero indagó en ese mundo con una óptica positivista, porque no fue ni estructuralista ni esas tendencias, simplemente con objetividad penetró en ese mundo para desglosarlo y entenderlo y miró con un espejo cóncavo a la sociedad cubana. Y nos puso frente al espejo”, añadió. Barnet Lanza recordó también al antropólogo mexicano “Ricardo Pozas, que cuando llegó a Cuba en 1963 yo tenía 22 años y él ya había publicado un pequeño librito que a mí me conmovió mucho, Juan Pérez Jolote, un libro bastante olvidado en la academia y en el mundo literario, es reconocido porque es un estudio del caso de un líder de la comunidad de Chiapas y tsotsil en San Juan Chamula, revelaba en ese pequeño libro el imaginario y los saberes y el ciclo vital evolutivo de la vida”. “Leí ese libro unos meses antes de que llegue Pozas a Cuba y cuando llegó lo acompañé a Madruga, donde estaban los descendientes de los mayas a trabajar en el carbón, un trabajo duro, crudo, terrible, ahí aprendí lecciones con el maestro”, indicó y señaló que luego, “en las conversaciones con los descendientes yucatecos, aprendí otras técnicas, herramientas de la investigación antropológica de campo”. El laureado poeta anotó que “cuando escribí la Biografía de un cimarrón en 1966, un año de euforia y de bendiciones para la literatura cubana, ese año salió Paradiso de José Lezama Lima, a una distancia estética del mío; ese año fue el año del apogeo de una famosa novela del gran escritor Truman Capote, A sangre fría. Y curiosamente a mí me había llamado Alejo Carpentier, sabiendo que yo manejaba el idioma inglés, para que revise una edición española de esa novela, y esa no sólo castizoide sino horrenda, los vale, los gilipollas abundaban como elementos nocivos en aquella prosa maravillosa que yo leía en inglés, y le quité esa tierra seca y la hice más uniforme”. “Me asociaron a ese libro y muchos críticos, sobre todo de la academia norteamericana, cuando el cimarrón salió se convirtió en un boom, porque escribieron de él los intelectuales más notables de aquellos años como Simone de Beauvoir y Carpentier, y me quedé espantado porque no se me podían subir los humos a la cabeza, me quedé en el piso de abajo y gracias a eso pude decirle al mundo que no me inspiré en A sangre fría, yo me inspiré en Pozas y en Juan Pérez Jolote, aquello estremeció a la academia norteamericana porque no lo conocían, así son de ignorantes”, detalló. Expuso que “el cimarrón entró por la puerta grande y contribuí a una puerta de Juan Pérez Jolote, cuyas traducciones al inglés yo las hice. Eso me satisface porque es mi vínculo sentimental y poético por este país”. Agradeció al Rector de la Universidad de Oriente, Carlos Bojórquez Urzaiz, porque dijo que “es un cubano-mexicano o habanero-meridano, es imposible si se le hace una extracción de sangre no ver la cantidad de glóbulos cubanos que tiene en su sangre. Por muchas razones, no sólo por su familia de Guanabacoa”. También agradeció a Luis Pérez Sabido por haberlo llevado a un paseo escatológico, el cementerio, “no voy porque estoy un poquito cerca, pero me conmovió ver el panteón de los músicos mexicanos y particularmente de acá de Mérida, entre ellos ese muchachito maravilloso que se tomó unos cuantos tragos con Nicolás Guillén y él nunca lo olvidó y que murió a los 21 años, como Pedrito Junco y Guty Cárdenas, que escribió Nunca, que la cantamos como si fuera cubana”. Al finalizar, como le llamaron Miguel ángel, el poeta dijo: “Es el primer lugar donde me han llamado ángel, pero yo soy más bien Miguel el diablillo, el diablillo cojuelo”. En presencia del presidente ejecutivo del FICMaya 2015, Jorge Esma Bazán, el Rector Carlos Bojórquez Urzaiz dijo que este año se siente profundamente enamorado de la obra de Miguel Barnet, porque más allá de la amistad y la afinidad ha compartido con él la cátedra etnológica en la Universidad de La Habana, en la Fundación Fernando Ortiz, además de que se han hecho “travesuras intelectuales”. Relató que apenas en los años 2004 y 2005, cuando daba el curso en la Universidad de La Habana, aquella novela de “Biografía de un cimarrón” todavía se discutía sobre qué era, si un texto científico o una creación literaria. En el 2016 cumplirá 50 años dicha obra y esto se señala porque en los diferentes premios que se han dado se va alumbrando poco a poco el destino de la universidad hacia un futuro mejor, donde el bienestar y la concordia imperen no solamente ahí, sino en todo el mundo. El compromiso de Barnet con la poesía es espiritual con el entorno de América Latina, por eso estamos en esta ceremonia, dijo. Evocó la figura de Rigoberta Menchú, el primer doctorado, se realizó en Valladolid y luego el Gobernador instruyó que se edifique un aula que lleva el nombre de la Premio Nobel de la Paz. Posteriormente, en la Universidad Nacional Autónoma de México se creó la cátedra con el nombre de la indígena. Hace un año el Doctorado Honoris Causa se lo dimos a Alfredo Barrera Rubio y después el camino de este investigador se fue alumbrando porque este año se mereció la Medalla Yuri Knorosov, la cual se entrega cuando inicia este festival. Agradeció al Gran Museo del Mundo Maya por haber recibido la ceremonia académica en la sede ante una reproducción de las fauces de un jaguar. El laudo lo leyó el secretario académico de la UNO, Carlos Alberto Pérez y Pérez, y Jorge Cortés Ancona leyó la biografía del homenajeado, de quien dijo hace que “el arte de hablar se transforme en novela. En sus libros encontramos extensas conversaciones de los seres vivos, a quienes se considera seres sin historia, pero aquí esa historia está más arriba de quienes se regocijan en los pisos de arriba de la sociedad”. “Nos muestra las entrañas de la sociedad cubana y por extensión podemos reconocernos en sus escritos, pese a la nacionalidad. Pese a la virtud prosística de Barnet hablan con la testimonialidad cubana”, expresó. Dijo que sus obras “constituyen una trama impecable de literatura y antropología, las disciplinas se borran y entramos con lucidez a los aspectos de la vida. Barnet sabe contar, transcribe, personifica, encarga, hace que nos envolvamos en esos ambientes. Más se aprende de historia cubana que en cantidad de tratados y estudios académicos, sin demérito de los mismos”. “Rompió barreras al escribir de hechos cotidianos y su obra comprende ensayo, poesía, a nivel internacional su voz se ha escuchado en Europa, Asia y áfrica, ha recibido reconocimientos en muchos países como México, Guatemala, Chile, Ecuador, Uruguay, Estados Unidos, Rumania”. Señaló que además es autor de la película La bella de la Alhambra, que se proyectó en Mérida; ha estudiado a los Orishas, es heredero intelectual de Fernando Ortiz. Estuvieron presentes en la ceremonia Amireyoly Burgos Aguilar, directora administrativa; Rodrigo Ordóñez Sosa, director de Desarrollo Académico; el poeta José Díaz Cervera, y el presidente de la Cátedra Alfredo Barrera Vásquez, Lázaro Hilario Tuz Chi; el Cónsul de la República de Cuba, Mario Jorge García Cecilia; la profesora Rita Castro Gamboa, directora del Centro Estatal de Bellas Artes; asimismo acudió Pedro Juan de la Portilla, presidente de la Asociación de Cubanos, y el poeta y compositor Luis Pérez Sabido.